SEGUNDO LIBRO SAGRADO

 CAPITULO XXIII

"Cuando el sabio se observa interiormente y no encuentra en sí mismo defecto alguno, su corazón está satisfecho. El lugar que el sabio examina más que nadie, es aquél que nadie puede ver (a saber, su propio corazón).

Así es como el sabio siempre se atrae el respeto, aunque no se halle presente. El sabio se examina interiormente, hasta cuando no hace ninguna acción; posee pureza de intención hasta cuando no habla."


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